Ronaldinho Gaucho

11/27/2005

Ronaldinho festejó el 50° gol antes de recibir hoy el título de mejor futbolista del mundo

A Ronaldinho, que será proclamado hoy nuevo Balón de Oro en París por la revista France Football, se le perdona todo. Se le perdona, por supuesto, que falle un penalti en el Camp Nou contra el Racing. Se le perdona que los tire siempre de la misma forma. Fuerte y a la derecha del portero. Así había sucedido en 11 de las últimas de las 12 ocasiones y siempre había marcado. Así falló el primero, así marcó el segundo.
Se le perdona porque el barcelonismo es agradecido. Y, sobre todo, es inteligente. ¡Cómo no iba a perdonárselo! Al hombre que, sin duda, ha cambiado la historia reciente del club. Hay un antes y un después de la llegada de Ronaldinho al Camp Nou. Hace dos años y cinco meses entró en un club depresivo, que consumía entrenadores, devoraba presidentes y engullía a las figuras. Por aquí pasaron Riquelme y Saviola, entre otros, y parecían unos don nadie. Hasta que llegó él. Le dieron el diez, devolvió la sonrisa al Camp Nou, contagió de alegría al club, mantuvo a la nueva directiva de Laporta en unos seis primeros meses dramáticos y, después, firmó la defunción del Madrid galáctico.

La locura
Todo, y no es ninguna exageración, fue obra de Ronaldinho. Sí, es verdad. Falló ayer un penalti. ¿Y qué? A veces, los genios se disfrazan de humanos. Para que los demás sientan realmente la magnitud del personaje que tienen delante. Pero en 45 minutos no sólo permitió que Aoute, el meta del Racing, tuviera su momento de gloria. No contaban ellos con que a la bestia no se le molesta. En la segunda mitad, después de firmar una gloriosa bicicleta sobre Pinillos, le hicieron penalti. Y tomó el balón. ¿Dónde iba a tirarlo? Como siempre, a la derecha. Pero con tanta fuerza y tanta rabia acumulada que Aouate se transformó en una estatua de sal.
Después, llegó la locura. Primero de Ronaldinho. Enloqueció de tal manera que llevó a la gente (poco más de 57.000 personas) al éxtasis. Y él pensó que había marcado el gol de su vida, el gol de la Champions, el gol del Mundial. Pues, no. Era el gol 50 con el Barça. Ronaldinho, que no vino para marcar tantos, ha incrementado su producción ofensiva tanto que ya lleva más que en toda la pasada temporada: 15 goles en 19 partidos oficiales. Y el brasileño es, además, el segundo máximo realizador de la Liga (9 tantos) detrás de Etoo, claro (12).

La gala soñada
Pero él no está en el Barcelona para eso. Ronaldinho llegó para devolver al club a la tierra prometida. Y lo ha cumplido. En menos de dos años y medio. Antes, el Camp Nou silbaba, antes sacaba pañuelos, pedía dimisiones. Ahora está subido en una ola permanente, disfrutando de una euforia más que justificada. Tiene un equipo de ensueño y una estrella que es la envidia del mundo, como se verá esta noche en París. En la ciudad donde aterrizó en Europa, Ronaldinho será coronado ante las leyendas del siglo pasado como el nuevo Balón de Oro. Es la gala que había soñado el brasileño. El Barça. Y Laporta, por supuesto.
"Se lo merece. Es un mago de la pelota, hace cosas extraordinarias y ayuda a sus compañeros, es el mejor del mundo", aseguró ayer Laporta. Rijkaard tampoco se quedó corto: "Ronaldinho es único y marca la diferencia, por eso la gente viene al estadio a verlo".